El
juego democrático es complicado y a veces curioso. Por ejemplo, en Europa
acaban de llevarse a cabo las elecciones al parlamento europeo y en medio de
los candidatos, se cuentan cada vez más numerosas personas que representan
partidos que hablan abiertamente de desmontar la Unión Europea, de regresar a
las monedas nacionales, de cerrar las fronteras. Es decir que al parlamento
europeo llegan este año, por ejemplo por Francia, 25 diputados que quieren acabar
con el parlamento europeo. Paradójico pero ese es el juego democrático.
Estos
partidos y sus representantes han aprendido muchas lecciones en los últimos años.
Pasaron de ser abiertamente racistas, xenófobos, antisemitas a tener un
discurso más moderado que asusta menos. Pero el fondo es muy parecido por no
decir igual; y los resultados son los mismos: la desconfianza ante la comunidad
europea, la idea de que de haber manejado el destino de sus países de manera
autárquica, habrían sido inmunes a la crisis, un nacionalismo casi ciego. La Unión
Europea es tachada de todos los males y acusada de los peores despropósitos. Y
estos partidos, abiertamente hostiles al sistema democrático y al sistema
europeo, son elegidos. Como elegir en su cuerpo que ciertas células tengan cáncer.
Tratarán de carcomer el sistema desde adentro.
Esos
resultados me hacen pensar en la elección colombiana. Oscar Iván Zuluaga no es
tan frentero como los partidos de extrema derecha o izquierda europeos, en ningún
momento pretende acabar con el Estado o el país. Pretende acabar con TODO lo
que hizo Santos. La negociación con las FARC, el acercamiento con Venezuela y
otros países percibidos como enemigos. Pretende un retorno a la Colombia de
Uribe, con todo lo que ello implica. Y eso en el fondo es como el cáncer.
Carcomer el sistema desde adentro.
No nos
equivoquemos, el sistema nunca ha sido sano. La corrupción, la exclusión, las élites
dominantes, todo aquello existe EN el sistema y muchos candidatos han prometido
combatir esos males sin lograrlo o quizás sin verdaderamente tratar. Pero el país
y el sistema que Uribe dejó era como un queso gruyere, lleno de huecos que
trataron de tapar con otras cosas, lleno de mentiras, lleno de robos, lleno
de una mentalidad que predica que para
llegar a un resultado todo se vale y no hay que detenerse ante nadie ni nada.
No temblará la mano ante ninguna decisión que haya que tomar (mano firme) y los
amigos recibirán grandes recompensas por el apoyo (corazón grande).
Lo que
Zuluaga está vendiendo es claro: un regreso al pasado. Puede tratar de
esconderlo con frases vacías del estilo por una Colombia distinta, pero en el
mismo afiche se nos está diciendo lo contrario: Uribe está a su lado, Uribe quien
no es su llave en la vicepresidencia; es el ex presidente y jefe del partido que
sostiene la candidatura de Zuluaga. El afiche nos dice entonces que una
Colombia distinta es un regreso a la Colombia de Uribe o peor aún, a la
Colombia que Uribe no terminó de construir a su medida.
Será el
regreso del cáncer y la destrucción de las instituciones desde adentro o al
menos el moldeo del Estado y de las instituciones para cumplir con sus agendas
poco secretas.
Zuluaga
nos vende la idea de que está del lado de los colombianos. Y en la foto lo
vemos al lado del Gran Colombiano. No ha sido un misterio desde el lanzamiento
de su campaña pero hasta su manera de comunicar es clara, inequívoca… El patrón
estará de regreso.
Y al
patrón quiere guerra. El patrón quiere bala. El patrón quiere que ese conflicto
que permite pescar en rio revuelto no se acabe. El proceso de paz, que todavía
no se acabado y está lejos de ser perfecto queda liquidado.
Por eso
hay que votar. Porque el sistema, imperfecto y humano como es, siempre será
mejor que el cáncer que se nos viene encima con otra presidencia de Uribe.
Santos está
lejos de ser la mejor opción. Para ganar votos trató de abarcar mucho y cambió
mucho de curso. Un ejemplo entre mil: atacar el desempeño como alcalde de Petro
e inclusive poner en entredicho sus habilidades como posible jefe de Estado fue
un desatino. Ese tipo de declaraciones son dignas de un candidato y no de
presidente y un candidato-presidente no se las puede permitir. Y semanas
después recibir el apoyo de Petro a su campaña confunde y aliena votos (sobre
todo entre conservadores).
A pesar
de eso y de muchísimas razones más, lo importante es continuar con lo que se está
construyendo; la posibilidad de que después de 50 años podamos contemplar la
idea de un país que no se esté destrozando internamente.
La
Guerra no es un camino ni una fatalidad. Y la paz es larga, ardua y llena de
sacrificios pero vale la pena. Por eso hay que votar por Santos, por eso hay
que mantener al patrón lo más lejos posible del poder.
En esta
segunda vuelta ni el voto en blanco ni el abstencionismo pueden ser una opción.
Tenemos que unirnos para lograr que Santos termine lo que empezó. Un día. Un
voto. Apostémosle al juego democrático. Digámosle no al cáncer.