vendredi 6 juin 2014

El juego imperfecto de la democracia (version modificada publicada en cerosetenta 070)


OPINIÓN
Por Marie France Manrique
29/05/2014
La guerra no es un camino ni una fatalidad. Y la paz es larga, ardua y llena de sacrificios, pero vale la pena.
El juego democrático es complicado y a veces curioso. Por ejemplo, en Europa acaban de llevarse a cabo las elecciones al parlamento europeo. Cada vez más candidatos representan partidos que hablan abiertamente de desmontar la Unión Europea, de regresar a las monedas nacionales, de cerrar las fronteras. Es decir que al parlamento europeo llegan este año, por ejemplo por Francia, 25 diputados que quieren acabar con el parlamento europeo. Paradójico pero ese es el juego democrático.
Estos partidos y sus representantes han aprendido muchas lecciones en los últimos años. Pasaron de ser abiertamente racistas, xenófobos y antisemitas a tener un discurso más moderado que asusta menos. Pero el fondo es muy parecido por no decir igual; y los resultados son los mismos: la desconfianza ante la comunidad europea, la idea que de haber manejado el destino de sus países de manera autárquica, habrían sido inmunes a la crisis y un nacionalismo casi ciego. La Unión Europea es tachada de todos los males y acusada de los peores despropósitos. Y estos partidos, abiertamente hostiles al sistema democrático y al sistema europeo, son elegidos. Como dejar entrar a la ciudad el caballo de Troya, sabiendo que está lleno de soldados enemigos. Tratarán de derribar el sistema desde adentro.
Esos resultados me hacen pensar en la elección colombiana. Oscar Iván Zuluaga no es tan frentero como los partidos de extrema derecha o izquierda europeos, en ningún momento pretende acabar con el Estado o el país. Pretende acabar con todo lo que hizo Santos. La negociación con las FARC, el acercamiento con Venezuela y otros países percibidos como enemigos. Pretende un retorno a la Colombia de Uribe, con todo lo que ello implica. Y eso en el fondo es como el caballo de Troya. Carcomerá el sistema desde adentro.
No nos equivoquemos, el sistema nunca ha sido sano. La corrupción, la exclusión, las élites dominantes, todo aquello existe en el sistema y muchos candidatos han prometido combatir esos males sin lograrlo o quizás sin verdaderamente tratar. Pero el país y el sistema que Uribe dejó era como un queso gruyere, lleno de huecos que trataron de tapar con otras cosas, lleno de mentiras, lleno de robos, lleno de  una mentalidad que predica que para llegar a un resultado todo se vale y no hay que detenerse ante nadie ni nada. No temblará la mano ante ninguna decisión que haya que tomar (mano firme) y los amigos recibirán grandes recompensas por el apoyo (corazón grande).
Lo que Zuluaga está vendiendo es claro: un regreso al pasado. Puede tratar de esconderlo con frases vacías del estilo “Por una Colombia distinta”, pero en el mismo afiche se nos está diciendo lo contrario: Uribe está a su lado, Uribe quien no es su llave para la vicepresidencia; es el ex presidente y jefe del partido que sostiene la candidatura de Zuluaga. El afiche nos dice entonces que una Colombia distinta es un regreso a la Colombia de Uribe o peor aún, a la Colombia que Uribe no terminó de construir a su medida.
Vendrán los troyanos y retomarán la destrucción de las instituciones desde adentro o al menos el moldeo del Estado y de las instituciones para cumplir con sus agendas poco secretas.
Zuluaga nos vende la idea que está del lado de los colombianos. Y en la foto lo vemos al lado del “Gran Colombiano”. No ha sido un misterio desde el lanzamiento de su campaña pero hasta su manera de comunicar es clara, inequívoca… El patrón estará de regreso.
Y el patrón quiere guerra. El patrón quiere bala. El patrón quiere que ese conflicto que permite pescar en rio revuelto no se acabe. El proceso de paz, al que le falta mucho por recorrer y está lejos de ser perfecto, queda liquidado.
Por eso hay que votar. Porque el sistema, imperfecto y humano como es, siempre será mejor que el caballo de Troya que se nos viene encima con otra presidencia de Uribe.
Santos está lejos de ser la mejor opción. Para ganar votos trató de abarcar mucho y cambió mucho de curso. Un ejemplo entre mil: atacar el desempeño como alcalde de Petro e inclusive poner en entredicho sus habilidades como posible jefe de Estado fue un desatino. Ese tipo de declaraciones son dignas de un candidato y no de un presidente y un candidato-presidente no se las puede permitir. Y semanas después recibir el apoyo de Petro a su campaña confunde y aliena votos (sobre todo entre los conservadores).
A pesar de eso y de muchísimas razones más, lo importante es continuar con lo que se está construyendo; la posibilidad de que después de 50 años, podamos contemplar la idea de un país que no se esté destrozando internamente.
La Guerra no es un camino ni una fatalidad. Y la paz es larga, ardua y llena de sacrificios pero vale la pena. Por eso hay que votar por Santos, por eso hay que mantener al patrón lo más lejos posible del poder.
En esta segunda vuelta ni el voto en blanco ni el abstencionismo pueden ser una opción. Tenemos que unirnos para lograr que Santos termine lo que empezó. Un día. Un voto. Apostémosle al juego democrático. Digámosle NO al caballo de Troya, todos sabemos lo que tiene por dentro.


http://cerosetenta.uniandes.edu.co/el-juego-imperfecto-de-la-democracia/

mardi 27 mai 2014

El juego democrático




El juego democrático es complicado y a veces curioso. Por ejemplo, en Europa acaban de llevarse a cabo las elecciones al parlamento europeo y en medio de los candidatos, se cuentan cada vez más numerosas personas que representan partidos que hablan abiertamente de desmontar la Unión Europea, de regresar a las monedas nacionales, de cerrar las fronteras. Es decir que al parlamento europeo llegan este año, por ejemplo por Francia, 25 diputados que quieren acabar con el parlamento europeo. Paradójico pero ese es el juego democrático.
Estos partidos y sus representantes han aprendido muchas lecciones en los últimos años. Pasaron de ser abiertamente racistas, xenófobos, antisemitas a tener un discurso más moderado que asusta menos. Pero el fondo es muy parecido por no decir igual; y los resultados son los mismos: la desconfianza ante la comunidad europea, la idea de que de haber manejado el destino de sus países de manera autárquica, habrían sido inmunes a la crisis, un nacionalismo casi ciego. La Unión Europea es tachada de todos los males y acusada de los peores despropósitos. Y estos partidos, abiertamente hostiles al sistema democrático y al sistema europeo, son elegidos. Como elegir en su cuerpo que ciertas células tengan cáncer. Tratarán de carcomer el sistema desde adentro.

Esos resultados me hacen pensar en la elección colombiana. Oscar Iván Zuluaga no es tan frentero como los partidos de extrema derecha o izquierda europeos, en ningún momento pretende acabar con el Estado o el país. Pretende acabar con TODO lo que hizo Santos. La negociación con las FARC, el acercamiento con Venezuela y otros países percibidos como enemigos. Pretende un retorno a la Colombia de Uribe, con todo lo que ello implica. Y eso en el fondo es como el cáncer. Carcomer el sistema desde adentro.
No nos equivoquemos, el sistema nunca ha sido sano. La corrupción, la exclusión, las élites dominantes, todo aquello existe EN el sistema y muchos candidatos han prometido combatir esos males sin lograrlo o quizás sin verdaderamente tratar. Pero el país y el sistema que Uribe dejó era como un queso gruyere, lleno de huecos que trataron de tapar con otras cosas, lleno de mentiras, lleno de robos, lleno de  una mentalidad que predica que para llegar a un resultado todo se vale y no hay que detenerse ante nadie ni nada. No temblará la mano ante ninguna decisión que haya que tomar (mano firme) y los amigos recibirán grandes recompensas por el apoyo (corazón grande).

Lo que Zuluaga está vendiendo es claro: un regreso al pasado. Puede tratar de esconderlo con frases vacías del estilo por una Colombia distinta, pero en el mismo afiche se nos está diciendo lo contrario: Uribe está a su lado, Uribe quien no es su llave en la vicepresidencia; es el ex presidente y jefe del partido que sostiene la candidatura de Zuluaga. El afiche nos dice entonces que una Colombia distinta es un regreso a la Colombia de Uribe o peor aún, a la Colombia que Uribe no terminó de construir a su medida.
Será el regreso del cáncer y la destrucción de las instituciones desde adentro o al menos el moldeo del Estado y de las instituciones para cumplir con sus agendas poco secretas.
Zuluaga nos vende la idea de que está del lado de los colombianos. Y en la foto lo vemos al lado del Gran Colombiano. No ha sido un misterio desde el lanzamiento de su campaña pero hasta su manera de comunicar es clara, inequívoca… El patrón estará de regreso.
  
Y al patrón quiere guerra. El patrón quiere bala. El patrón quiere que ese conflicto que permite pescar en rio revuelto no se acabe. El proceso de paz, que todavía no se acabado y está lejos de ser perfecto queda liquidado.

Por eso hay que votar. Porque el sistema, imperfecto y humano como es, siempre será mejor que el cáncer que se nos viene encima con otra presidencia de Uribe.

Santos está lejos de ser la mejor opción. Para ganar votos trató de abarcar mucho y cambió mucho de curso. Un ejemplo entre mil: atacar el desempeño como alcalde de Petro e inclusive poner en entredicho sus habilidades como posible jefe de Estado fue un desatino. Ese tipo de declaraciones son dignas de un candidato y no de presidente y un candidato-presidente no se las puede permitir. Y semanas después recibir el apoyo de Petro a su campaña confunde y aliena votos (sobre todo entre conservadores).
A pesar de eso y de muchísimas razones más, lo importante es continuar con lo que se está construyendo; la posibilidad de que después de 50 años podamos contemplar la idea de un país que no se esté destrozando internamente.

La Guerra no es un camino ni una fatalidad. Y la paz es larga, ardua y llena de sacrificios pero vale la pena. Por eso hay que votar por Santos, por eso hay que mantener al patrón lo más lejos posible del poder.

En esta segunda vuelta ni el voto en blanco ni el abstencionismo pueden ser una opción. Tenemos que unirnos para lograr que Santos termine lo que empezó. Un día. Un voto. Apostémosle al juego democrático. Digámosle no al cáncer. 


samedi 15 octobre 2011

¿Debate de altos vuelos?

El debate alrededor de la prohibición del aborto tal como está contemplado actualmente en Colombia ha sido candente. Tomó fin, o al menos su aspecto legal, el 12 de octubre al hundirse la ley en el senado. Según algunos medios, la altura de los debates es de resaltar. Me sorprende esta afirmación.

Si el debate fue de altura, si se trató de un intercambio de ideas respetable e iluminado, el Senador Enrique Gómez Hurtado fue la excepción a la regla. En una entrevista que le otorgó a la W radio hizo una demostración de miopía misántropa y lógica limitada al afirmar que no existe un mecanismo para poder demostrar una violación, insinuando por lo tanto que las mujeres podrían aprovechar esta imposibilidad como una puerta abierta para practicar abortos de manera legal. Fungiendo de defensor de la moral, el Senador parece querer insinuar que las mujeres que quieren abortar, por cualquiera que sea la razón, irían hasta a inventar una violación para darle la espalda a su responsabilidad.

Creer, durante siquiera un segundo, que una gran parte de la mujeres, por pereza o por debilidad moral, preferirían abortar a escoger cualquier método anticonceptivo es considerar el aborto como un paseo, como un chiste. Creer que las mujeres que buscan abortar usarían el argumento (falsario, según el Senador) de una violación para lograr su cometido es simplemente absurdo.

El caso del ex director del FMI Dominique Strauss-Kahn y de la empleada del hotel Sofitel Nafissatou Diallo es ejemplarizante en este sentido. Independientemente de lo que haya sucedido, el escrutinio del que fue objeto la señora Diallo muestra lo difícil que es de por si asumir el peso de hablar de una violación en las sociedades en las que vivimos.

Pensar que una mujer por facilismo montaría una película sobre una supuesta violación para lograr un aborto es no solo ignorar la dificultad y las consecuencias que existen detrás de una afirmación semejante para las mujeres, es igualmente desconocer que sería mas fácil buscar un aborto ilegal que embarcarse en una pesadilla legal para lograr ‘salir de la responsabilidad que es tener un hijo’ como lo expresa el Senador. Parece que el Senador considerara que las mujeres tienen una mente profundamente enrevesada y que no dudarían en cometer una serie de bajezas para escapar a su destino reproductivo.

El Senador ignora probablemente que la violencia sexual existe y que a veces resulta en situaciones espantosas como la de escoger si se tiene o no la capacidad de portar el feto del autor de tal violencia. A un episodio extremadamente traumático (el acceso carnal violento, como se llama legalmente) se le agrega el trauma del aborto. Parece que la empatía no hace parte de los valores y de la moral defendidos por el señor Gómez Hurtado.

En esta desafortunada entrevista, cierra con esta críptica afirmación: “Soy experto en términos de moral, soy un defensor del orden y el progreso por eso creo que la familia está desapareciendo, con el divorcio se está acabando la estructura fundamental del equilibrio de la sociedad”

Pasando por alto la paradoja que constituye que el Senador se considere un defensor del progreso, parece que el Senador está confundido sobre la naturaleza del debate actual. ¿O trata de insinuar que el divorcio está relacionado con los abortos y las afabulaciones sobre eventuales violaciones?

Es necesario no confundir moral y derechos fundamentales con una concepción limitada de lo que debe ser una familia, un matrimonio. El filtro utilizado por el Senador para analizar las realidades sociales, aparentemente establece una jerarquía donde el divorcio sería un mal peor que una violación, la malformación de un hijo deseado o una condición médica que pondría en peligro la vida de la madre.*

*Este articulo fue publicado En Semana, en Opinion on line.

mardi 8 mars 2011

¿Cómo proteger a la población Libia?*

La ONU viene trabajando el concepto de Responsabilidad de Proteger desde hace varios años. Se trata de una norma de derecho internacional concebida para evitar crímenes atroces como el genocidio, los crímenes de lesa humanidad, los crímenes de Guerra y la limpieza étnica, norma que desde hace unos años avanza lentamente hacia una posible aplicación.

El principio consiste en diferentes tipos de sanciones posibles en caso en que un Estado no cumpla (por omisión o incapacidad) su función básica de defender la vida de sus ciudadanos, sea cual sea el origen de la amenaza que pesa sobre ellos (el Estado mismo, grupos rebeldes, etc.). Las soluciones propuestas por este mecanismo van desde la prevención hasta la intervención militar avalada por la ONU, lo cual explica la lentitud de aplicación de la norma. A pesar de haber nacido de un casi-consenso en la Cumbre de Naciones de 2005, varios factores han enfriado a los países, principalmente en vía de desarrollo, en su empeño de ver el principio aplicado. La intervención de la coalición americana en Irak, la cual en algún punto invocó (sin asideros jurídicos) la Responsabilidad de Proteger, la alta probabilidad que el país intervenido sea un país en vía de desarrollo, y, evidentemente, la posibilidad de que la intervención no solo genere más caos, sino que sea instrumentalizada por ciertos países para desestabilizar un país y generar cambios de régimen favorables a sus proyectos y necesidades (todos estos argumentos siendo ciertos en Irak).

Varios casos han sido leídos bajo el prisma de la Responsabilidad de Proteger: la crisis electoral en Kenia (único ejemplo de su aplicación efectiva y sin recurrir a la intervención militar), el paso del ciclón Nargis en Myanmar, la crisis entre Georgia y Rusia, la crisis electoral en Zimbabue y el final del conflicto en Sri Lanka. Pocos casos relevaban verdaderamente de la Responsabilidad de Proteger, y pocos se ajustaban como se ajusta hoy el caso libio.

El Estado mismo está causando situaciones de violencia e inseguridad que están poniendo en peligro a su población. A pesar de la falta de acceso al país, las pruebas son suficientes para aseverar que el régimen de Gadafi está respondiendo con violencia a las manifestaciones organizadas por una parte de su población, haciendo uso de una violencia desproporcionada, no solo a través de sus fuerzas de seguridad propias sino usando igualmente los servicios de mercenarios que no han dudado en disparar sobre las multitudes a la salida de las mezquitas y sobre grupos de personas manifestando pacíficamente, para citar sólo unos ejemplos.

Gadafi ha demostrado en estos días que su reputación del ‘perro rabioso’ del Medio Oriente no es cosa del pasado y es ampliamente justificada. La pregunta que queda entonces es ¿por qué no se aplica la Responsabilidad de Proteger?

La doctrina sufre de mala reputación a pesar de ser adaptada a situaciones como esta. Tanto los grandes países como los pequeños temen ver a la Responsabilidad de Proteger ‘cayéndoles’ encima por razones de orden público y por lo tanto dudan en ponerla en marcha. Pero se trata de un Estado casi fallido, de un dictador que lleva 34 años desmontando toda estructura que pueda hacerle competencia a su tentacular poder, de una familia que controla un país entero y derrocha sin dudar y de manera ostentosa el patrimonio público (los escándalos de la familia son un secreto a voces). Y ahora en vez de retirarse del poder tan indignamente como lo hicieron Ben Ali y Mubarak (tomando su tiempo, subestimando a su propio pueblo, asegurando el producto de años de pillaje del erario publico), Gadafi ha decidido declararle la guerra a su propio pueblo. Un pueblo que él cree (seguro, no es solo cuestión de subestimar al pueblo o desacreditar el poder de la rebelión, es locura pura) que lo ama y que dará la guerra hasta el ultimo suspiro por mantenerlo en el poder. Una guerra peleada desde el comienzo suciamente, con mercenarios y municiones reales. ¿Qué más prueba se necesita que el discurso de Gadafi mismo en donde promete “purgar Libia casa por casa y […] capturar a las ratas”?

¿Qué espera la ONU para aplicar este principio? ¿Qué falta? ¿Qué le ata las manos a la comunidad internacional?

La Responsabilidad de Proteger es un concepto que de por sí lleva el peso del estigma norte y sur. De la confrontación de los países pobres y ricos, de los que tienen y quieren tener más y de los que no tienen. El espectro de la intervención armada frena los ímpetus, pero finalmente, se trata de un principio de derecho internacional basado mayoritariamente en la diplomacia.

Consiste en una serie de sanciones que ya se le están aplicando a la Libia de Gadafi hoy, como los embargos económicos, militares, políticos, presiones, declaraciones y aislamiento diplomático (la exclusión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU),todo ello como preludio a una intervención militar. El problema es que esta amenaza suprema no cumple su objetivo de ejercer presión sobre el líder libio por la simple razón que el Estado libio está demasiado descompuesto como para ser presionado. ¿Qué presión puede representar una intervención militar en la mente enloquecida de Gadafi? Además de ser un viejo zorro en el mundo de la diplomacia y saber que la amenaza de intervención militar es difícil de realizar, Gadafi ya cometió lo irreparable con su pueblo, sabe que de este mano a mano no saldrá bien librado y que probablemente Libia no volverá a ser suya; nada peor entonces que enfrentar un líder, un gobierno que no tiene nada que perder.

Fue el caso con la crisis electoral en Zimbabue en marzo de 2008: Mugabe no creyó en amenazas porque sabía que la comunidad internacional estaba dividida (todo país miembro del Consejo de Seguridad tiene un país amigo dirigido por un dictador) y por el miedo a que una intervención puntual se convirtiera en una invasión de largo aliento. Mugabe se la jugó toda porque posee su país. La democracia estaba (y está) demasiado lejos de la realidad del Zimbabue. Esta doctrina sólo puede funcionar sobre países donde la legalidad existe, donde al menos un semblante de estabilidad institucional se mantiene.

Libia y Gadafi son entonces el desafío supremo para la Responsabilidad de Proteger. ¿Cómo esperar resultados si la amenaza militar no asusta? ¿Si ni siquiera la rebelión del pueblo descascara la alucinación en la que vive este hombre?

Lastimosamente, es muy probable que no sea frente a esta crisis que se vea al fin aplicada esta doctrina, tan esperada después de crisis espantosas como la de Ruanda o Yugoslavia ante las cuales la comunidad internacional se había prometido a si misma que NUNCA MAS permitiría que se repitieran. Es más probable que la situación degenere en una guerra civil acompañada de un caos similar al existente en Somalia y la comunidad internacional tendrá en todo caso que asumir las consecuencias.


*Este articulo fue publicado En Semana, en Opinion on line, pero el link no funciona...

mardi 13 juillet 2010

Tampoco es profeta en su (otra) tierra *

La sorpresa es general. Algunos la manejan mejor que otros, pero hay que admitir que ya nos acostumbramos a las respuestas epidérmicas y emotivas del vicepresidente Santos. Y por una vez su ‘derroche’ de emoción y su dificultad para mantener alguna distancia objetiva es casi que justificada.

Íngrid ha dado la última estocada a un país que progresivamente había caído en un proceso de desamor frente a ella. Ella, su madre, sus hijos y su hermana aprovecharon el último viaje a Colombia realizado por la ex secuestrada más famosa del mundo, en el marco de la celebración de los dos años de su liberación, para demandar al Estado colombiano.

Reclaman, en dos demandas separadas, 15.000 millones de pesos de daños y perjuicios que consideran que el Estado colombiano les debe. Un Estado al que durante los seis años de cautiverio de Íngrid negaron como interlocutor válido en numerosas ocasiones, que criticaron y acusaron de inmovilismo, que vilipendiaron y arrastraron al lodo como pudieron.

Ese mismo Estado que rescató a Íngrid, de manera más o menos cuestionable (el asunto de los petos sigue siendo motivo de polémica, sobre todo por el papel esencial que juega la Cruz Roja en la protección de civiles en el contexto del conflicto colombiano) y que la devolvió a la libertad y a su familia. Ese Estado al que Íngrid agradeció y felicitó justo después de recobrar su libertad.

¿Cómo interpretar entonces esta demanda a los ojos de un país que la consideraba una heroína?

Los franceses, hasta la liberación de Íngrid, habían mantenido un frente unido de admiración y compasión no sólo hacia Íngrid y su terrible cautiverio, sino hacia su familia, tan flagrantemente ‘secuestrada’ también y atrapada en un mundo de negociaciones que no avanzaban. Aceptaron durante esos seis años la polémica posición adoptada por sus hijos y su madre, prontos a atacar al Gobierno colombiano sin nunca o casi nunca mencionar a las Farc, ni a los otros secuestrados. El caso de ‘maman’ (como la llamaban Lorenzo y Melanie en todas sus entrevistas) era exclusivamente culpa directa del Estado colombiano. Los franceses poco cuestionaron esa actitud.

Sería entonces lógico entonces que consideren normal la demanda interpuesta por Íngrid. Salvo que la Íngrid que salió de la selva no les agradó a los franceses; demasiado religiosa, demasiado criticada (por Clara Rojas, por los tres americanos, entre otros), la nueva Íngrid sembró la duda en el espíritu de los franceses. Como si comprendieran de un solo golpe que la Íngrid que tanto admiraban no era quien pensaban, como si sus defectos hubieran aparecido de un día para otro revelando una persona que mucho ha sufrido pero que era menos admirable y heroica de lo que habían pensado. Las reacciones frente a la demanda siguen esa evolución de la opinión pública, los medios se han mostrado neutros o inclusive perplejos ante la solicitud de Íngrid, y en los foros de Internet los comentarios que se puede leer son cada vez más duros.

La actitud de la opinión pública ante el secuestro de Íngrid era casi comprensible. Para un francés es difícil concebir vivir en un país donde el Estado no controla la totalidad del territorio, donde la autoridad es cuestionada y reemplazada por otros actores, donde según las zonas, es peligroso o no aventurarse, y donde 3.000 personas o más están privadas de su libertad a manos de grupos insurgentes. Por eso nunca entendieron que muchos colombianos consideraran que Íngrid se había ‘buscado’ su destino el día que la secuestraron las FARC. Frente a su solicitud de ser escoltada o al menos hacer parte de un grupo de personas que debían viajar al Caguán, el Ejército y otros representantes del gobierno Pastrana le hicieron saber que su seguridad no podía ser garantizada. Tal fue la oposición que encontró ante su proyecto, que finalmente firmó un documento asumiendo la responsabilidad de sus actos cuando emprendió el viaje por tierra.

Pero Íngrid quería mostrar su apoyo a la gente de San Vicente del Caguán, o eso decía, y los franceses encontraron esa actitud admirable. Por eso se arriesgó a ir a una zona de combate, llena de guerrilla, sin las precauciones mínimas y ninguna seguridad. Emprendió el periplo acompañada por Clara Rojas, el director de logística de la campaña de Oxígeno, un camarógrafo y un fotógrafo, y una periodista de Marie Claire (revista femenina francesa de “sociedad”), ésta última, luego de los diversos encuentros con las autoridades, comprendió lo peligroso del proyecto y decidió no acompañarlos.

¿Cuál era entonces el verdadero objetivo de ese viaje? ¿Qué pensaba demostrar? ¿Por qué no hacerlo con un miembro de la prensa política y no de la prensa ‘glamour’?

Pareciera que Íngrid seguía en la campaña que la había guiado desde el lanzamiento de su candidatura a la Presidencia, o es más, desde el lanzamiento de su libro La rabia en el corazón, inicialmente publicado sólo en Francia: una campaña destinada a impresionar a los franceses. (O al menos a las francesas que leen Marie Claire). El resultado desastroso de esa decisión lo conocemos todos.

Hoy, Íngrid y su familia, después de años de negar al gobierno colombiano como interlocutor válido, después de haber construido una imagen terriblemente negativa de Colombia y de sus dirigentes (a veces sin mucho esfuerzo o dificultad, hay que anotarlo), se voltean hacia ese Estado para exigir reparación. Olvidando de nuevo, así como durante los seis años de cautiverio, que el Estado colombiano no es responsable de éste (sino las Farc), que el Gobierno no la obligó a ir al Caguán, no le propuso partir sin escolta, no la ‘abandonó’ sin advertirle las consecuencias posibles de sus actos.

Espero que la demanda no prospere y no favorezca a Íngrid y a su familia, por múltiples razones. Porque su caso no puede ser comparable al de los diputados caleños, secuestrados ejerciendo su deber en la Asamblea Departamental y que cimco años después fueron asesinados por las Farc durante una operación de rescate fallida. Porque no merece ser indemnizada por haberse puesto conscientemente en peligro. Porque ese Estado al que quiere hacer pagar su afán de protagonismo la rescató. Y sobre todo, porque el contribuyente colombiano no puede pagar por la imprudencia de una política que buscaba desesperadamente una manera de ganar algo de notoriedad (principalmente ante los ojos de la opinión pública de OTRO país).

Curiosamente, la noticia de la demanda se conoció casi en simultánea con la decisión del gobierno francés de adoptar una ley de ‘Acción Exterior de Francia’ la cual consagra que los gastos de rescate de una persona ‘habiéndose expuesto deliberadamente, salvo con motivos legítimos, a riesgos que no podía ignorar’, tendrán que ser asumidos por esa última. Siendo Íngrid ciudadana francesa, ¿qué habría sido de ella si el gobierno francés lograba rescatarla en la operación que habían montado en Brasil? ¿Tendría que pedir limosna para reembolsar al Estado francés? ¿O serían suficientes los derechos y las regalías que ha recibido y recibirá por los diferentes libros, películas y artículos de prensa sobre su cautiverio?

Creo que hoy día, los franceses que tanto admiraron a Íngrid por su integridad y su afán por sacar adelante a Colombia estarían de acuerdo en ver pagar a Íngrid hasta el último centavo de su rescate antes de verla llenarse los bolsillos con el dinero del erario de un país en guerra al que años antes pretendía tratar de defender de la ‘voracidad’ de sus políticos.

* Publicado en Semana Online http://semana.com/noticias-opinion-on-line/tampoco-profeta-su-otra-tierra/141635.aspx

vendredi 4 juin 2010

¿Ganaron la lechona y el tamal? *

A pesar de las tendencias previstas en las encuestas, Juan Manuel Santos recogió un número extremadamente elevado de votos durante la primera vuelta de las elecciones Colombianas. La sorpresa no es que Santos ganara la primera vuelta, sino lo cerca que estuvo de ganar la presidencia sin necesidad de una segunda así como la distancia abismal entre sus resultados y los de Antanas Mockus.

¿Qué conclusión sacar de esta disparidad entre las previsiones y la realidad?

Primero y evidentemente, que como siempre, las encuestas son simplemente ‘pistas’ de la intención de voto de la gente y que, sobre todo, no cubren la totalidad de la población, limitándose a proyectar resultados basados en tendencias urbanas, dejando de lado a una gran parte del electorado del país.

De ahí la pregunta, ¿habrá sido este, para no desmentir una tendencia vieja como la misma Colombia, el triunfo de la lechona y el tamal? ¿De los buses organizados para sacar a la gente de sus veredas y traerla a los cascos urbanos a votar? ¿El resultado de un par de camisetas y algunas promesas vanas?

La respuesta es sí. Una declaración de intenciones de un partido no es suficiente para cambiar las prácticas ancestrales que minan al país. Obvio, el clientelismo se mantiene y está magistralmente manejado por los partidos ya establecidos. Más obvio aún, si sumamos al tamal y la lechona los comentarios apenas vedados y claramente partisanos del actual presidente.

Pero el clientelismo se queda corto para explicar estos resultados. Lo que vimos ayer no es la consecuencia solamente de la manipulación de los indecisos al último momento, de la ‘compra’ de votos, del clientelismo tan arraigado y aceptado como práctica usual, del fraude o de la picardía que tanto aprecia Santos.

El resultado del domingo es el síntoma de algo mucho más grave.

Los colombianos llevamos más de 50 años en guerra. Una guerra que no se deja nombrar como tal pero que es guerra sea cual sea el eufemismo que la represente. Y en esos 50 años, pero sobre todo durante las últimas décadas, la legalidad se ha ido deslizando hacia una zona gris cada vez más difícil de navegar.

El triunfo de Santos es preocupante porque demuestra que la opinión pública colombiana está dispuesta a sacrificar muchas cosas en nombre de la seguridad: la democracia, el Estado de derecho, la transparencia, el respeto a los derechos humanos.

No se puede negar que el gobierno de Uribe deja logros, algunos importantes, otros más pasajeros. Pero tampoco se puede negar que deja como herencia un desprecio marcado hacia la legalidad, el recurso a prácticas cada vez más reprochables y una hostilidad hacia los defensores de derechos humanos que debería escandalizar a cualquier ciudadano.

Pero no a los colombianos. Después de tanto conflicto, de tanta muerte, el colombiano hizo el duelo de su derecho a que no le mintieran y de paso hizo el duelo del debido proceso, de la transparencia, del respeto de la ley para quienes son considerados como ‘enemigos de la patria’. En esa visión del mundo en la que ‘todo se vale’ para derrotar a las FARC y otros grupos guerrilleros, se vale asesinar jóvenes sin defensa, se vale apoyar a los paras, financiarlos, armarlos, controlarlos desde el senado, se vale vigilar a las cortes, se vale usar de manera fraudulenta el símbolo de la Cruz Roja, se vale pagar por los votos, se vale violar fronteras y alienarse a nivel regional. Todo se vale.

En los últimos años el desprecio por la vida, por la legalidad se ha hecho cada vez más flagrante y los colombianos votaron el domingo 30 de mayo con conocimiento de causa, puesto que los escándalos son tan gruesos, tan obvios, que hasta los ‘medios’ remotamente dignos de ese nombre los revelan a pesar de las presiones, de las dificultades, de la falta de análisis.

Los colombianos conocen las horrendas y reprochables prácticas que la ‘seguridad democrática ha traído; la existencia de las chuzadas, de los falsos positivos, de los subsidios de agro ingreso seguro, de los ataques cada vez más agresivos contra los defensores de derechos humanos. No es ignorancia, deciden simplemente hacer caso omiso todos estos factores y considerar que es un sacrificio necesario, el precio que el país debe pagar para lograr el objetivo final de destruir a la guerrilla.

Salvo que un país sin alma, sin reglas, con o sin guerrilla será un infierno y que las raíces profundas de la insurgencia no habrán sido sino reforzadas, volviendo en algún punto a un inevitable recomenzar. El caso de Sri Lanka está ahí para demostrar que el ‘todo se vale’ puede costarle muchísimo a la democracia.

Un amigo me dijo antes de las elecciones: “Mockus está bien para ser presidente de Colombia dentro de 8 años, cuando todo esto se haya terminado, antes es imposible”.

Error. Nada de esto, salvo la legalidad, se habrá terminado en 8 años, si el precio de ‘ganar’ la guerra es vender el alma del país. Lo único que se habrá terminado es la confianza de los colombianos en sus instituciones, se habrán terminado las expresiones sociales que no corresponden al molde de la ‘seguridad democrática’, se habrá terminado una generación de jóvenes, usada como carne de cañón (como soldados, guerrilleros, paras o falsos guerrilleros) en un conflicto que solo se terminará mediando este terrible pago. Este es el mensaje de los ‘resignados’.

Colombia merece más. Mucho más. Merece que los colombianos NUNCA nos resignemos. Merece soluciones apegadas a la legalidad, merece políticos que no financien a los paras, que no se roben la plata, merece defensores de derechos humanos respetados y escuchados, merece espacio político para todas las tendencias.

Colombia, la supuesta democracia más estable de América Latina, merece aspirar a convertirse en una democracia de verdad.


*Publicado en Semana Comunidades http://comunidades.semana.com/noticias/ganaron-lechona-tamal/5135.aspx

vendredi 20 février 2009

Save us Jeebus!

Una noticia despertó mi interés hace algunas semanas. Una especie de mini guerra entre los creyentes y los ateos.

Los buses de Londres fueron los primeros protagonistas de la querella.


La que primero atacó fue una iglesia cristiana quien pagó para que citas bíblicas fueran escritas en los espacios publicitarios de los buses: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? Lucas 18:8.


Para quienes investigaron un poco mas allá la enigmática cita, visitando la página web que la acompañaba, el enigma se convirtió en una amenaza: todo aquel que no acepta las palabras de Jesús en la cruz será condenado a estar separado de dios por siempre y pasará la eternidad en el tormento del infierno. Y continuaba prometiendo lagos de fuego y otras maravillas.


La segunda ofensiva fue más particular en el sentido en que menos usual. Finalmente, en nuestra sociedad occidental en la que predomina la religión cristiana, la promesa de vida eterna como la promesa de condena eterna no es ajena y la encontramos seguido en sitios muy diversos. Tanto así que el cielo y el infierno se han convertido en conceptos que tienen significado probablemente para todo ser humano sea creyente o no.


La ofensiva en cuestión fue pagada por un grupo de ateos, siguiendo una idea lanzada por una escritora cómica, Ariane Sherine, quien proponía que cada ateo que leyera el artículo en el que se quejaba de la agresión que representaba la promesa de ser maldecido por toda una eternidad, circulando sin problema en las calles de Londres, donara 5 libras para pagar una muy necesaria publicidad que leía lo siguiente: ‘Dios probablemente no existe, así que deje de preocuparse y disfrute su vida!


Más generosos que los cristianos, los ateos inclusive dejan abierta la posibilidad de que dios exista, de ahí el probablemente. Si no se puede probar científicamente que dios existe, lo contrario no puede ser probado tampoco.


Siendo atea yo también, me habría sentido atacada por las primeras publicidades, como me siento atacada cada vez que evangélicos vienen a mi casa a tratar de ‘ayudarme’ a encontrar a dios. Me siento aún más atacada porque no me encuentran al azar, vienen hablando español y buscando en los buzones los apellidos latinos para agregar al rebaño ovejas provenientes de las ‘nuevas indias’ tal como lo hicieron los misionarios. Sobra decir que poca suerte han tenido al golpear a mi puerta.


El eslogan de los ateos es para mí un respiro frente a una sociedad cada vez más marcadamente religiosa, inclusive en Francia, un país laico por excelencia. El hecho de que Sarkozy le haga corte a uno de los papas más de derecha de la historia es un signo alarmante.


En si, este regreso a la espiritualidad no sería malo si no se hiciera de la mano de los extremismos. Cada religión se polariza más y más. Tanto las religiones proselitistas por naturaleza como las demás. Hasta budistas terroristas han aparecido en Sri Lanka!! En ese sentido, esta publicidad es refrescante puesto que no afirma nada. Su mensaje sin ser absoluto es positivo. El disfrute de la vida y su definición se deja al gusto del usuario. Y dios puede que exista, ni siquiera dan el salto que Nietzsche dio.


La campaña no ha quedado confinada a las fronteras inglesas. Campañas similares han empezado a surgir en Washington y en ciudades de España e Italia, países de tradición católica por excelencia. En España la campaña fue lanzada en Barcelona. Su lanzamiento a nivel nacional parece imposible en un país tan apegado a su tradición cristiana. En Italia, en cambio, la campaña debía ser lanzada en Genova con un eslogan mucho mas incendiario: ‘La mala noticia es que dios no existe, la buena es que no lo necesitas.’ Los choferes de bus amenazaron inmediatamente con entrar en huelga y varias acciones se estaban poniendo en marcha contra la campaña de los ateos. Sin necesidad. El dueño de las vallas rechazó el eslogan. Licores, mujeres casi desnudas, violencia, todo pasa, pero negar que dios existe, no.


El error de la campaña italiana fue el escoger un eslogan demasiado agresivo o simplemente tratar de replicar un movimiento que encontró su espacio en ciudades cosmopolitas y abiertas como Londres, Barcelona y Washington, pero que nunca podría tener lugar en una cuidad menor y menos aún en un país donde la religión solo pasa después del futbol.


Claramente no serán estas pocas publicidades las que cambien la manera de percibir las religiones y aumenten el respeto en todas las creencias, pero abren un espacio a la discusión, a la duda, al cuestionamiento. Y considero que es necesario aferrarse a esos conceptos con todas nuestras fuerzas.

En estos tiempos de guerras y de regreso a la religión no es posible hablar de un fin de la historia como lo pretendía el señor Fukuyama, más bien del eterno regreso de la historia pero con armas cada vez más perfeccionadas.


Que seguirá? Ya están decapitando a los llamados infieles en el Medio Oriente como en los primeros tiempos del cristianismo, y después qué? La cruzadas? (algunas ONG religiosas nunca han dejado de luchar en ese sentido!)

No perdamos la esperanza, siempre que quede gente con un espíritu abierto, habrá espacio para la discusión, la convivencia y la tolerancia, para los buses y los eslóganes. Y cuando deje de ser el caso, solo quedará una opción, gritar como diría Homero, sálvanos Jebus!