vendredi 20 février 2009

Save us Jeebus!

Una noticia despertó mi interés hace algunas semanas. Una especie de mini guerra entre los creyentes y los ateos.

Los buses de Londres fueron los primeros protagonistas de la querella.


La que primero atacó fue una iglesia cristiana quien pagó para que citas bíblicas fueran escritas en los espacios publicitarios de los buses: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? Lucas 18:8.


Para quienes investigaron un poco mas allá la enigmática cita, visitando la página web que la acompañaba, el enigma se convirtió en una amenaza: todo aquel que no acepta las palabras de Jesús en la cruz será condenado a estar separado de dios por siempre y pasará la eternidad en el tormento del infierno. Y continuaba prometiendo lagos de fuego y otras maravillas.


La segunda ofensiva fue más particular en el sentido en que menos usual. Finalmente, en nuestra sociedad occidental en la que predomina la religión cristiana, la promesa de vida eterna como la promesa de condena eterna no es ajena y la encontramos seguido en sitios muy diversos. Tanto así que el cielo y el infierno se han convertido en conceptos que tienen significado probablemente para todo ser humano sea creyente o no.


La ofensiva en cuestión fue pagada por un grupo de ateos, siguiendo una idea lanzada por una escritora cómica, Ariane Sherine, quien proponía que cada ateo que leyera el artículo en el que se quejaba de la agresión que representaba la promesa de ser maldecido por toda una eternidad, circulando sin problema en las calles de Londres, donara 5 libras para pagar una muy necesaria publicidad que leía lo siguiente: ‘Dios probablemente no existe, así que deje de preocuparse y disfrute su vida!


Más generosos que los cristianos, los ateos inclusive dejan abierta la posibilidad de que dios exista, de ahí el probablemente. Si no se puede probar científicamente que dios existe, lo contrario no puede ser probado tampoco.


Siendo atea yo también, me habría sentido atacada por las primeras publicidades, como me siento atacada cada vez que evangélicos vienen a mi casa a tratar de ‘ayudarme’ a encontrar a dios. Me siento aún más atacada porque no me encuentran al azar, vienen hablando español y buscando en los buzones los apellidos latinos para agregar al rebaño ovejas provenientes de las ‘nuevas indias’ tal como lo hicieron los misionarios. Sobra decir que poca suerte han tenido al golpear a mi puerta.


El eslogan de los ateos es para mí un respiro frente a una sociedad cada vez más marcadamente religiosa, inclusive en Francia, un país laico por excelencia. El hecho de que Sarkozy le haga corte a uno de los papas más de derecha de la historia es un signo alarmante.


En si, este regreso a la espiritualidad no sería malo si no se hiciera de la mano de los extremismos. Cada religión se polariza más y más. Tanto las religiones proselitistas por naturaleza como las demás. Hasta budistas terroristas han aparecido en Sri Lanka!! En ese sentido, esta publicidad es refrescante puesto que no afirma nada. Su mensaje sin ser absoluto es positivo. El disfrute de la vida y su definición se deja al gusto del usuario. Y dios puede que exista, ni siquiera dan el salto que Nietzsche dio.


La campaña no ha quedado confinada a las fronteras inglesas. Campañas similares han empezado a surgir en Washington y en ciudades de España e Italia, países de tradición católica por excelencia. En España la campaña fue lanzada en Barcelona. Su lanzamiento a nivel nacional parece imposible en un país tan apegado a su tradición cristiana. En Italia, en cambio, la campaña debía ser lanzada en Genova con un eslogan mucho mas incendiario: ‘La mala noticia es que dios no existe, la buena es que no lo necesitas.’ Los choferes de bus amenazaron inmediatamente con entrar en huelga y varias acciones se estaban poniendo en marcha contra la campaña de los ateos. Sin necesidad. El dueño de las vallas rechazó el eslogan. Licores, mujeres casi desnudas, violencia, todo pasa, pero negar que dios existe, no.


El error de la campaña italiana fue el escoger un eslogan demasiado agresivo o simplemente tratar de replicar un movimiento que encontró su espacio en ciudades cosmopolitas y abiertas como Londres, Barcelona y Washington, pero que nunca podría tener lugar en una cuidad menor y menos aún en un país donde la religión solo pasa después del futbol.


Claramente no serán estas pocas publicidades las que cambien la manera de percibir las religiones y aumenten el respeto en todas las creencias, pero abren un espacio a la discusión, a la duda, al cuestionamiento. Y considero que es necesario aferrarse a esos conceptos con todas nuestras fuerzas.

En estos tiempos de guerras y de regreso a la religión no es posible hablar de un fin de la historia como lo pretendía el señor Fukuyama, más bien del eterno regreso de la historia pero con armas cada vez más perfeccionadas.


Que seguirá? Ya están decapitando a los llamados infieles en el Medio Oriente como en los primeros tiempos del cristianismo, y después qué? La cruzadas? (algunas ONG religiosas nunca han dejado de luchar en ese sentido!)

No perdamos la esperanza, siempre que quede gente con un espíritu abierto, habrá espacio para la discusión, la convivencia y la tolerancia, para los buses y los eslóganes. Y cuando deje de ser el caso, solo quedará una opción, gritar como diría Homero, sálvanos Jebus!